sábado, 17 de marzo de 2012

REFLEXIÓN PARA PADRES

Un niño, con voz tímida y ojos de admiración, le pregunta a su padre al llegar del trabajo: Papá ¿Cuánto ganas por hora?



El padre con gesto serio le respondió: Mira hijo, eso no lo sabe ni tu madre. No me molestes que estoy cansado.

El niño insistía: Pero papi, dime por favor ¿cuánto ganas por hora?

La reacción del padre fue menos severa. Sólo contestó: Doce euros la hora.

El pequeño contestó: Papá, ¿podrías prestarme seis euros?

El progenitor montó en cólera y tratando con brusquedad al niño le dijo: Así que, esa era la razón por la que querías saber lo que cobro. Anda vete a dormir y no me molestes, que eres un aprovechado.



Cayó la noche. El padre había meditado sobre lo sucedido y se sentía culpable. Quizás su hijo quería comprar algo. Descargando su conciencia dolida, fue al dormitorio del pequeño. Con voz baja le preguntó: ¿Duermes hijo?

El hijo contestó entre sueños: Dime papi.

Perdóname por haberte tratado con tan poca paciencia, aquí tienes el dinero que me pediste. Respondió el padre.

 Gracias papá - contestó el pequeño, y metiendo sus manitas debajo de la almohada, sacó unas monedas.



Ahora ya tengo el dinero que necesitaba. Tengo doce euros, ¿me podrías vender una hora de tu tiempo? - preguntó el pequeño.



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